Siguen las sorpresas.

Día de sorpresas, los que llegaron por nosotros solo se tardaron 20 min más de la cuenta que para los estándares egipcios eso es un tiempo bastante bueno, eso para ellos es pura y llana puntualidad. Ni Rodrigo ni yo nos habíamos acostumbrado aún a los tiempos egipcios.

Cuando vimos quienes nos iban a recoger resultaron ser la presidenta y vicepresidenta del comité local. Nos subimos a su auto y nos llevaron al que sería nuestro nuevo departamento. A juzgar por el área en la que estábamos pues esperábamos algo decente pero a la vez esperábamos algo malo, después de todo ya habíamos tenido una experiencia similar.

Una vez en el edificio, entramos a nuestro departamento y lucía muuuucho mejor de lo que pensamos. Una sala doble, un gran comedor, una cocina pequeña pero decente, dos habitaciones una doble y una individual con cama King size de la que no pasaron ni 3 segundos para que me apoderara de ella. Y después de que nos instalamos y se fue la gente del comité pues no nos quedó otra que celebrar y festejar por al fin tener algo decente después de un mes de vivir en un hostal bastante feo.

Pero de antemano nos habían dicho, en el mismo departamento iban a quedarse otros intercambistas a partir de diciembre, técnicamente teníamos solo 10 días para vivir cómodamente. Y así lo hicimos, varias veces invitamos a Hussien (el que nos llevó al palacio embrujado) y sus amigos solo para fumar shisha, a la que Rodrigo había desarrollado ya una adicción cuando Hussien nos regaló una.
Y esos días fueron mucho más cómodos, mi trabajo me quedaba a 15 min en bus, teníamos cafés y buenos lugares de comida cerca, el súper quedaba a menos de 5 min caminando, TV por cable, camas cómodas, aire acondicionado pero lo mejor era que el departamento de las mujeres estaba solo a una cuadra de distancia por lo que podíamos salir a cada rato más no visitarnos directamente en nuestros depas porque eso acá esta super prohibido, es en serio.

Pero todo cambió cuando llegó el primer par de intercambistas, dos indios; Anand y Anirud. El primero con un turbante en la cabeza que cubría su gran mata de pelo, piel morena propia de los indios, y con un inglés que de inmediato me hizo acordarme de Rajesh el de big bang theory. Anirud por su parte, compartía muchos rasgos indios con Anand pero a diferencia de este, Anirud era mucho más divertido. Imaginen a un chico de apenas 19 años medio tímido que se ríe de cualquier cosa para no desencajar en el grupo, trata de hacer reír a los demás pero sobre todo con escasas habilidades sociales, aunque adicto a las selfies.

Afortunadamente nos llevamos todos muy bien casi de inmediato, que aunque platicábamos poco compartíamos el hecho de ser intercambistas en un país tan extraño como Egipto, yo la verdad no me puedo imaginar cómo hubiera sido mi estancia aquí sin todas las personas que compartí mi tiempo y menos sin mis compañeros de piso.

Okay pues ya éramos 4 en el apartamento y se supone que seríamos máximo 6, o al menos eso nos dijeron los del comité. Creo que los egipcios actuales tienen muchas dificultades cuando se trata de números, porque con el paso de los días nosotros solo nos enterábamos de que iban a llegar más intercambistas al depa.

Y entonces llegó Danish y pocos días después llegó Ronak (ambos Indios), luego Tie (sí así se llama, brasileño) y días más tarde otro par de Indios al que apodamos “chango y bango”, uno con lentes y bigote y toda la pinta de nerd y el otro alto pero muy callado y que se esforzaba a sobremanera por no parecer “poco cool”. Igual me cayeron bien porque por su misma personalidad, si les decía que barrieran barrían, y si les decía que limpiaran limpiaban. Debo aclarar que nunca me pasé de lanza con ellos pero había reglas comunes en el departamento que todos tenían que cumplir y pues mano dura o “fierro pariente” jajaja.

Las ventajas de haber sido de los primeros. Pero lo bueno es que formamos un buen grupo, y en cuestión de días ya nos habíamos acoplado bastante bien a vivir tantos cabrones en un mismo techo. Para sorpresa de todos llegó también otro indio de nombre Akash y nos avisaron que aún faltaban por llegar otro mexicano y otro brasileño. Pues que le podíamos hacer, ya éramos 10 y pronto seríamos 12.

Al principio si fue una locura pero lo bueno fue que el proyecto de casi todos los indios los mantenía viajando a cada rato por lo que raras veces estábamos más de 6 en la casa al mismo tiempo. Fue entonces que empezaron las aventuras de todos nosotros.

Comenzamos a salir a cada rato con las chicas, fumábamos shisa, y un par de veces fuimos al Faluka que es básicamente un bote a motor, con techo de tela, luces fluorescentes y música bastante alta en el Nilo. Era súper divertido emborracharse en el Faluka y ver a los demás hacer estupideces como algunos indios subiéndose  a los soportes del techo con muchas posibilidades de caerse, siempre me imaginé que algo así pasaría pero nunca sucedió.

En fin, los días pasaban y todos nos llevábamos cada vez mejor, ya cada quién tenía su rutina su ritmo y sus tiempos. Fue en esos días en que sin darme cuenta sentí de nuevo ese sentimiento de seguridad que te da el saber que todos los días vas a llegar a casa, que hay gente que te rodea y te hace sentir menos solo en un lugar en donde nadie es nada tuyo.

En México me había acostumbrado tanto a eso que simplemente perdí de vista lo bueno que eran esas comodidades. Y son precisamente este tipo de experiencias las que te hacen reflexionar y apreciar lo mucho que tenemos y a veces sencillamente damos por sentado. Para aquellos que viven aún en casa de sus padres muy seguramente es su mamá la que hace de comer y de paso igual lava su ropa; obvio no quiero generalizar, habrá algunos de ustedes que se hacen su propia comida, ganan su propio dinero y se lavan la ropa ustedes mismos, eso está muy bien.

Aun así, incluso en el último caso, al menos tienen familia y amigos de mucho tiempo muy cerca de ustedes. Y es que cuando uno sale del país y se va a vivir a otro, hay que acostumbrarse a hacer todo por sí mismo de una manera increíblemente rápida, hay que hacerse de amigos tan pronto se pueda, hay que aprender costumbres nuevas, calendarios y ritmos nuevos. Estar en Egipto no es fácil, es un país con una cultura muy conservadora, personas que, aunque son amables la gran mayoría de ellos, te juzgan tan pronto haces algo fuera de los protocolos y una sociedad tan religiosa que va a estar eternamente asustada de las consecuencias que pueda traerles a sus vidas el hecho de cometer pecados. Y aún así se respira un aire extremo de hipocresía pues mientras hay muchos que se ponen a media calle a rezar, hay otros engañando, mintiendo y bebiendo sin mayor remordimiento.

Este es Egipto, tierra de contrastes y que de la que generalmente solo te da dos posturas, o lo odias o lo amas. Yo estaba cada vez más cerca de lo primero que de cualquier otra cosa. Y la clave son las personas otra vez. Bien dicen que con quien lobos anda a aullar se enseña. Y es que viviendo con tantas personas y todos quejándose de lo mucho que le hacía falta a Egipto pues eventualmente me hizo caer en el juego. Hasta la fecha de hoy aún no me gusta Egipto como tal pero pues que se le hace, para todo hay gustos no?

¿Qué es lo bueno de tanta queja? Generalmente te hace moverte y buscar nuevas alternativas, en este caso de vida. Fue entonces que comencé a tomar decisiones basadas en un simple método. Si quiero hacer algo simplemente me pregunto si realmente lo quiero, en que me va a beneficiar y que voy a dejar de hacer en caso de que continúe con cualquier decisión.

Pero la vida sigue, y en mi caso no era la excepción. Ya pronto se acercaba navidad y ya salían los primeros planes para festejar. Pero el primer plan que tenía que llevarse a cabo era el de ir a las pirámides, y es que en mes y medio nomás no me había dado el tiempo de ir o no había querido lo suficiente. Y es que tanto me decían los que ya habían ido que me había quedado indeciso.

Es como todo, cada que alguien te cuenta un viaje te hace viajar mentalmente e imaginarte los lugares, es por eso que tengo una gran afinidad con personas viajeras. Puedo transportarme a otros lugares con tan solo escucharlos. Y eso es lo que me inspiró desde un principio a salirme de México, ese deseo genuino de conocer esos lugares que solo había imaginado. El problema es cuando nos sentimos cómodos con tan solo escuchar en vez de experimentar por nosotros mismos. Cuando se quiere y las situaciones favorecen, entonces se puede.

Y el día llegó, después de ponerme de acuerdo con Ronak y un par de chicas Indias del edificio de enfrente (su departamento es conocido como syrian house en referencia al nombre de la tienda del primer piso), tomamos un Uber a las 8 de la mañana con dirección a Giza, que es el gobernorado donde están ubicadas las pirámides.


Y después de casi dos horas de viaje, al fin llegamos a las pirámides.

Comentarios

  1. Muy bien Chaparro, espero la siguiente entrada el lunes (mañana) ahora si puntualmente a las 14 hrs -6 gmt

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