El imperio de piedra

Nos han robado!


Del estanque en el que estábamos nadando al lugar que habíamos dejado las motos, no había mucha distancia pero si había como un monte que obstruía la vista por completo desde el estanque a las motos.

Cuando fuimos por ellas ya que habíamos terminad nos sorprendimos de lo que vimos..o mejor dicho de lo que no vimos!

Una de las motos ya no estaba, buscamos todos desesperados con la mirada cualquier otro lugar cercano en el que pudiera estar esa moto pero todos bien sabíamos lo que nos había pasado. Nos robaron! La moto que había sido robada era la de Navín (estaba fea y vieja de todas maneras) pero aun así yo estaba segurísimo que teníamos que pagar por esa bendita cosa en caso de que no apareciera.

Yo me subí a mi moto y empecé a recorrer el lugar tanto como pude. Estaba buscando una pequeña moto que parecía más bicicleta que nada pero en fin. El problema principal es que había demasiadas del mismo color y con las mismas características en todo el bendito pueblo. Después de casi media hora, me regresé a donde estaban Navín y los demás. Todos con las caras largas y preocupados.

Solo teníamos una moto, por lo que para regresarnos todos al hostal teníamos que caminar o que pedirle a alguien que nos llevara. El problema es que la caminada si estaba algo pesada.

Vimos a lo lejos a una pareja que estaban bien cariñosos pero era su cariño o nuestra caminada. Nos acercamos a ellos y les preguntamos que si nos podían llevar en sus motonetas porque nos habían tumbado la nuestra. Afortunadamente estos chicos fueron muy buena onda y a pesar de nuestra interrupción, ellos no dudaron en ayudarnos.

Nos acercaron muchísimo y lo suficiente para que pudiéramos caminar al hostal. Caminamos, llegamos al hostal, yo me tomé casi un litro de agua porque estaba exhausto por el sol y la humedad. Me regresé con Navín a buscar la moto otra vez por todo el pueblo pero nomás no la encontramos.

Regresamos al hostal ya casi como a las 6. Le dijimos al tipo que nos la había rentado lo que pasó y nos dijo que no nos preocuparamos que el pueblo no era tan grande y que por las placas la iban a encontrar (yo no me acuerdo si esa cosa tenía placas).

Ya un poco más tranquilos cada quien se fue a su cuarto y a prepararse para la noche porque habíamos quedado en ir a un pequeño bar que había cerca (el único si no mal recuerdo) que era en donde se juntaba toda la banda de Hampi.

Extranjeros por doquier, hippies, no tan hippies, tatuados, de todo había en el bar. El lugar estaba en la terraza de una casa, no estaba tan grande pero bastante acogedor. Líneas de luces como las que se ocupan en navidad adornaban el lugar. Había que dejar los zapatos en la entrada y sentarse en colchones delgados que estaban puestos en el piso. Nada mal.

La noche estuvo super bien, tomamos un par de cervezas cada quien, escuchamos música, jugamos cartas y cuando regresamos al hostal seguimos tomando hasta que nos cansamos y nos fuimos todos a dormir.

Despertamos todos con un poco de resaca, cada quien se bañó y nos fuimos a desayunar al brillante restaurante del hostal que no tenían absolutamente nada del menú. Esto lo había ya notado como un patrón común en India. Todos los restaurantes tienen un menú exageradamente extenso pero cuando preguntas qué tienen entonces no te mencionan ni la tercera parte de las cosas del menú.

Pero bueno ya que le hacemos.

El imperio de piedra


Como era el último día, nos fuimos a recorrer los templos, empezando por el más grande que era el templo de los monos (otro). Cruzamos de nuevo el río y fue entonces que nos separamos. Yo me quedé con María y el otro Indio del que no me acuerdo su nombre. Navín, abi y sus amigos se fueron por su cuenta.

Entrar a ese bendito templo fue un martirio. El sol estaba fortísimo y el piso era de piedra y como en todo templo Indio pues no se puede entrar con zapatos. Entonces corríamos de un lugar a otro con tal de no quemarnos los pies. En un área del templo estaba un pobre elefante encadenado “bendiciendo” a la gente porque tomaba las ofrendas (dinero) y se las daba a su cuidador y a cambio les tocaba la cabeza con su trompa a las personas.

El templo como tal no tenía nada interesante excepto la cantidad increíble de monos que había en una parte y se ponían agresivos cuando no les dabas comida los jueputas.

Salimos del templo, nos abordaron como una docena de conductores de rickshaws (los mototaxis) ofreciéndonos varios tours por todo Hampi. Al final nos convenció uno más por el precio que por su actitud. Y ahí estábamos, los 3 en un rickshaw recorriendo Hampi.

Primero fuimos a unas ruinas de pokemones (en serio), o bueno al menos eso parecía. Yo me tomé foto con una  estatua que tenía los ojos saltones y unas serpientes en la cabeza con 80 mil ojos. Yo no entiendo a qué clase de dioses raros le rezaban los indios antes. De por sí le rezan a un dios con cuerpo de humano y cabeza de elefante (ganesha) no me podía sorprender por uno que parecía pokémon.

Pokemon con ojos saltones

Nos volvimos al rickshaw y de ahí nos llevó a un complejo gigantesco de ruinas. Para entrar había que pagar 30 rupias (siendo Indio) y 150 (si eres extranjero). Por mi puro color de piel, puedo pasar por Indio siempre y cuando no abra la boca, pero esta vez era un poco riesgoso. el plan entonces era aprender Hindi en un par de minutos, al menos el suficiente para comprar mi boleto. El indio que andaba con nosotros me enseñó varias frases y respuestas a posibles preguntas, y pues sí en menos de 10 minutos ya sabía el Hindi suficiente para comprar mi boleto. 

Fuimos a la taquilla, el que despachaba me miraba muy raro, me preguntó que de donde era, le contesté como un pro y hasta moviendo la cabeza hacia los lados tal como los indios, tras un par de preguntas más se resigno y me dio mi boleto y que bueno porque si le hubiera seguido se hubiera dado cuenta. 

Una vez adentro, recorrimos el lugar a pie. Para mí lo más interesante fue el antiguo establo de elefantes (sí, había establos para elefantes), entonces nos dirigimos a una pirámide o algo parecido en el que unos Indios nos ofrecieron aparecer en una película que estaban grabando y que por cierto no aceptamos porque querían que grabaramos la siguiente semana.

Establo de elefantes

De ahí fuimos al Templo de Vittala. En donde se ubica uno de los tantos centros arqueológicos declarados patrimonio de la humanidad por la UNESCO y sí que se lo merecen, pero sobre todo por su historia. Resulta que era un imperio que existió desde casi mediados de 1300 hasta mediados de 1600.

Dentro del complejo hay varios templos a los que se puede entrar y explorar todo el interior. Había bastante gente pero sobre todo niños. Cuando se daban cuenta de que éramos extranjeros nos rodeaban y nos pedían fotos con ellos o de ellos, casi como cualquier otro Indio sufrían de una manía por las fotos. Bueno pues te llaman “tío” y te piden fotos hasta que no pueden más, pero una vez que te deshaces de ellos puedes disfrutar el lugar de mejor manera.

María asediada por unos nada castrosos niños

A mí lo que me gustó más fue que todo era de piedra tallada. Incluso en la entrada del templo hay un carruaje tirado por elefantes, todo echo de piedra y es una representación del carruaje verdadero del rey del imperio Vijayanagara (trabalenguas) que estaba hecho de madera y efectivamente jalado por elefantes.

Desgraciadamente para el rey, se lo cargó el payaso a manos de los musulmanes en 1646 (esos musulmanes son unos loquillos). Pero el rey inteligentemente, ya había inmortalizado su carruaje en piedra y antes de ser derrotado lo maldijo diciendo que el que intentara destruir el templo y todo el imperio de piedra haría que el mundo se acabara. Así pues, los indios creen que el día en que ese carruaje de piedra se llegue a mover, el mundo se acaba. Siempre tan positivos esos indios :D

El carruaje del dia final :o

Pronto entendí que todo Hampi era parte del imperio, las rocas, el río, los templos, todo de piedra. Cuando lo entendí fue cuando realmente me maravillé del lugar. A pesar del calor y la humedad es un lugar con bastante misticismo. Adentrarse en los pasadizos de los templos, ver las figuras talladas en las piedras, el sol hacer efectos con las ruinas, imaginarse el lugar en su apogeo, es definitivamente un lugar para echar a volar la imaginación.

Arbolito con siglos de edad
Adentrándonos en los templos

Hasta ahora, ha sido lo mejor que he visitado en la India, y de hecho puedo decir que lo disfruté más que las pirámides en Egipto. Pero como todo, el día se terminaba.

Llegamos ya bastante cansados, nos fuimos a comer y luego fuimos a dejar a María porque ella se iba a quedar más tiempo en Hampi, yo por mi parte tenía que encontrar a Abi porque nos íbamos de regreso a Bangalore esa noche.

Cuando nos vimos, agarramos el primer camión que pudimos hacia la estación de buses (o el cúmulo de buses mejor dicho). Tomamos el bus después de una cena y en el camino Navín me comentó que al final le tuvo que pagar la moto al tipo del hostal porque para su mala suerte no la encontraron.

Llegamos a Bangalore a las 6 de la mañana del lunes y tan pronto llegué a la casa no hice otra cosa más que dormir porque entraba a trabajar a las 6 de la tarde.

Dependiendo el angulo, "el templo se traga al sol"

Esta vez no me puedo quejar del viaje, hubo de todo, ahora a esperar el siguiente…




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