Sentí que moriría


Eran como a las 11 de la mañana  y todo crudo de la fiesta de la noche anterior le hablo a Sebastián (Colombiano) para que me confirme si va a ir a la playa con otros amigos, me confirma y me alisto. Llegué como 1 hora después a donde estaban ellos ya más o menos listos.

Después de esperar a una chica rumana con su novio al fin nos vamos.

La carretera como las demás en Egipto estaba prácticamente vacía,  y aun así nos tomó cerca de una hora y media llegar a la playa. Desde que salimos de Cairo, el clima se había descompuesto bastante pues estaba nublado y aunque no hacía frío sí que había mucho viento.

Una vez en el lugar nos apuramos para no perder más tiempo y rentar un bote. En el puesto de revisión nos pidieron nuestros pasaportes e identificaciones como es costumbre.

Éramos en total 6: Irina (rumana) y su novio (Egipcio), Sebastián, Rebeca (española), Bárbara (brasileña), otro Egipcio y yo. Una vez en el bote y después de empujarlo para alejarlo de la orilla, empezó uno de las peores experiencias en mi vida.

El bote a pesar de ser de buen tamaño se tambaleaba hacia los lados, yo estaba un poco preocupado de que se fuera a voltear o algo así, pero bueno al menos eso no pasó.

Yo miraba hacia la orilla y cada vez se hacía más lejana. El agua era de un azul celeste y se notaba bastante limpia sin embargo un poco revuelta ya que las olas estaban algo grandes.

Yo pensé que íbamos a rentar el bote y simplemente a tomar y pasar un rato relajándonos ahí. Pero después de que el bote se ancló todo mundo dijo “cámbiense vamos a meternos al agua”. Yo no estaba muy seguro primero porque el agua estaba fría, segundo porque el simple hecho de mirar el cielo y ver las nubes me hacía pensar que iba a llover pronto y tercero porque el mar no estaba en absoluto calmado.

Sin importar lo anterior, cuando me di cuenta ya la banda estaba saltando al agua, solamente estaban en el bote los tipos que manejaban el bote, Irina, su novio y yo. Me fui a ver a los demás y me estuvieron insistiendo en que me les uniera al agua. Inseguro de que fuera una buena decisión me dije a mi mismo “mi mismo ya casi te vas de Egipto, métete al agua y disfruta”; un consejo medio pendejo de mi parte.

La tormenta se avecina y sebastian como si nada.

Ya en el agua me percaté de inmediato de que no estaba nada seguro el asunto, me mantuve tan cerca de la cuerda del ancla como pude, aun así estuvimos nadando bastante chévere por un rato hasta que el mar se puso más cabrón y los tipos del bote nos dijeron que nos regresáramos.

Para ese entonces ya había empujado a Irina al agua porque ella tenía bastante miedo de meterse; entonces le pusieron un chaleco salvavidas (el único en todo el bendito bote) y la empujaron. 

Acompañada de su novio estaba bastante nerviosa pero sin hacer mucho ruido.

Y entonces la tormenta de arena se dejó venir. La visibilidad a corta distancia no era mala pero pasados unos metros ya se hacía borrosa. Las olas nos arrastraban con fuerza alejándonos del bote y empezamos todos a nadar, había que llegar a la parte trasera del bote para volver a subirnos. 

Estábamos del lado opuesto.Cuando vi que todos nadaban yo también me puse a nadar, desgraciadamente por más que intentaba estaba nadando en contra de las olas y no avanzaba nada, todo lo contrario me estaba alejando. Vi a Rebeca nadando y sin desesperarme le pregunté que si me podía ayudar a acercarme al bote, me intentó ayudar pero sin mucho éxito.

Ella se alejó y luego me quedé cerca de Bárbara, le hice la misma pregunta y tuvimos el mismo resultado. Ya bastante alejados del bote el bote se empezó a mover hacia nosotros para subirnos de algún modo.

Claramente el tipo que manejaba el bote no nos vio ni a mí ni a Bárbara y literalmente nos arrolló. Yo vi el bote acercándose hacia nosotros y dejé de nadar pensando en que se iba a poner a un lado, pero no, no se detuvo.

Comencé a gritarle pidiéndole que se desviara, sin embargo se acercaba cada vez más. En un momento de mera desesperación y puro instinto me olvidé del cansancio y comencé a nadar tratándome de quitar del camino del bote pero fue inútil…

Cuando el bote estuvo lo suficientemente cerca escuché el motor que se apagaba pero aun así el bote seguía su camino. Me protegí con las manos pero el agua movida por el bote me succionó hacia abajo del mismo, no sin antes golpearme la cabeza con la base y quedar medio noqueado debajo del bote.

La adrenalina me mantuvo despierto, definitivamente no quería morir en ese momento. Miré hacia abajo y era oscuridad total, en cualquier dirección en la que mirara había agua y encima de mí estaba el bote, en ese momento me entró un miedo inmenso porque había tragado demasiada agua y me quedaba muy poco oxigeno como para siquiera mantenerme unos segundos ahí.

Sabía que en cualquier momento iba a dejar de respirar, sentía que moriría. Me dio miedo, ansiedad, tristeza y toda una combinación de emociones negativas que por un momento me hicieron detenerme en el tiempo y pensar tantas cosas que simplemente incrementaron mi desesperación y agonía. El momento era aterrador y sin duda la peor experiencia de mi vida hasta ahora.

Empecé a golpear el bote de pura desesperación pero después como por instinto de supervivencia me calmé y tomé uno de los relieves de la base y con las fuerzas que me quedaban me impulsé hacia afuera.

En cuanto pude volver a tomar aire el alma me regresó al cuerpo. Entre agua y aire respiré como pude todo lo que pude, cuando recobré la orientación vi a Bárbara no tan lejos porque le había pasado algo parecido a mí pero estuvo claramente menos tiempo que yo debajo del bote, y es que no fueron ni dos minutos fue si acaso un minuto pero se me hizo una eternidad.

Visualicé el bote de nuevo y se estaba alejando de nuevo, cuando ellos nos vieron entonces giraron el bote y esta vez sin atropellarnos se pusieron a lado nuestro y nos subieron. Ya en el bote mi cuerpo se relajó al punto de que me maree casi a punto de desmayarme pero me resistí a hacerlo.

“Ya no se ven” comenzaron a decir algunos. Faltaba Irina y su novio que por la tormenta de arena y como ya se habían alejado bastante era imposible verlos. Seguimos avanzando y afortunadamente los encontramos pronto.

Subieron a los dos. Irina estaba privada llorando y en completo ataque de pánico y su novio exhausto de nadar tanto. Lo bueno es que estábamos todos de nuevo en el bote y ya calmados. Siguiente acción lógica, irnos a la orilla de inmediato.

Ya en la orilla y todos calmados, nos bajamos, recogimos nuestras identificaciones y salimos del lugar para ir a comer. Afortunadamente todo quedó en una anécdota sin ninguna pérdida, aunque una anécdota que siempre recordaré.

Y es que ya había estado a punto de ahogarme en México, pero nunca tan cerca de la muerte como esta vez.

De vuelta en Cairo, ya de noche. Me encontré con Abdou, quien ya llevaba esperándome como 1 hora (le apliqué la egipcia xD), para ir a cenar con unas amigas griegas y unos egipcios que ya habían quedado de hacerme “una despedida” en un restaurante algo lujoso a la orilla del Nilo. Invité también a Karim, a Michael y a Nata.

Al final, la noche fue bastante agradable y como siempre tuve algo que contar. Platicamos mucho, comimos mucho y al final me despedí de las griegas que por cierto había conocido en una de las tantas fiestas pero siempre fueron buena onda conmigo.


Entonces era ya mi último par de semanas en Cairo, de las cuales la última sin duda fue la más emotiva y sentimental para mí…

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